viernes, 30 de noviembre de 2012

SOLO INFORMACIÓN PARA CRECER

Amenazas al patrimonio inmaterial.
Amenazas al patrimonio inmaterial en los atractivos turísticos- culturales

La Convención Internacional para la Salvaguardia del Patrimonio
Cultural Inmaterial (UNESCO, 2003), ratificada por el congreso Chileno
durante el año 2008, define el término patrimonio cultural inmaterial
como:

"Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas
-junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales
que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos
casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de
generación en generación, es recreado constantemente por las
comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la
naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad
cultural y la creatividad humana. …."

Por otro lado, en consideración a las conclusiones realizadas en el
marco del "Coloquio internacional patrimonio inmaterial y pueblos
indígenas de América" (Coloquio realizado con el fin de compartir las
experiencias y condiciones de la aplicación de la Convención
Internacional para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Y profundizar criterios a raíz de estas experiencias en los distintos
países latinoamericanos. Realizado durante el año 2007 en la ciudad de
Querétaro (México)) , se destacan los siguientes puntos [segmentos en
negrita resaltando aspectos claves]:

a) La salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial no significa
preservar culturas tradicionales estáticas como elementos exóticos del
pasado sino, por el contrario, reconocer la existencia de dinámicas
internas propias de cada cultura para integrarlas de forma activa en
las dinámicas del mundo contemporáneo. El cambio y la innovación son
parte de la naturaleza del patrimonio cultural.

b) La determinación, el registro y la salvaguardia de los elementos
que forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial tiene que surgir
de la decisión e iniciativa de las comunidades, los grupos, los
pueblos indígenas y en algunos casos los individuos que detentan las
tradiciones y costumbres.

c) La salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial implica,
necesariamente, la conservación de los espacios y bienes materiales a
través de los cuales dicho patrimonio se manifiesta, transmite y
reproduce.

f) La intervención de los Estados en la salvaguardia del Patrimonio
Cultural Inmaterial debe orientarse sobre todo a reconocer, apoyar y
dar visibilidad a los elementos diversos que forman parte de su
Patrimonio Cultural Inmaterial."

En este contexto, destaca la importancia de las iniciativas de
registro que se están implementando actualmente en el país: el Sistema
de Registro de Patrimonio Inmaterial (CNCA) y, relacionado con ello,
la definición de estándares de propuestos por parte del Área de
Patrimonio del Sistema Nacional de Coordinación de Información
Territorial (SNIT). Estos deberían permitir un seguimiento a mediano y
largo plazo (a medida que se vaya poblando el sistema con registros)
de estas manifestaciones de patrimonio inmaterial, a través de datos
como: la cantidad de asistentes y modificaciones en los trayectos (en
los casos de procesiones), cultores de un oficio tradicional e
indicadores similares.

En los atractivos culturales seleccionados, se han detectado fenómenos
sociales que afectan significativamente el patrimonio inmaterial, y
que dicen relación con lo que se señalaba en las conclusiones del
coloquio ya referido, en su punto a) "respecto al reconocimiento de
las dinámicas internas propias de cada cultura y su integración en las
del mundo contemporáneo". Las principales amenazas y vulnerabilidades
del patrimonio inmaterial son los conflictos que se generan a raíz de
esta "integración" entre las dinámicas externas a la comunidad donde
se encuentra el atractivo cultural y las propias de la sociedad
chilena actual. Se le han atribuido múltiples y complejas causas a
estos fenómenos, entre las más recurrentes: globalización e influencia
de medios masivos en el siglo XXI; etnogénesis de pueblos originarios
desde el período de contacto y conquista en Latinoamérica; éxodo rural
de fines del siglo XIX. (Uribe Rodriguez & Adan Alfaro, 2003 y Romero
Guevara, 2003).

Para evitar estos procesos, considerando que no son sustentables a
largo plazo y sus efectos negativos sobre el patrimonio cultural
material e inmaterial; basado en lo recomendado por las convenciones y
experiencias nacionales, es que se debe poner énfasis en el
reconocimiento de la visión de la comunidad local respecto a su
patrimonio inmaterial, y como las iniciativas de turismo cultural
sustentable se compatibilizan y adaptan.

En el peor de los casos, se termina siguiendo el ciclo clásico de
comunidad turística propuesta por Pedersen.

• "Etapa 1. Las comunidades construyen pequeños bungalows para el
turismo local. Las viviendas se renuevan y se convierten en pequeños
hoteles y alojamientos, generando un ingreso para la población local.

• Etapa 2. El valor de la tierra aumenta y da comienzo la construcción
de carreteras y otras obras de infraestructura. Gente de otros lugares
comienza a comprar tierras y a establecer sus propios negocios, de
mayor envergadura que los locales. La población del lugar sigue
obteniendo beneficios económicos, que en su mayor parte van a manos de
unas pocas personas.

• Etapa 3. La construcción de hoteles se desarrolla a un ritmo más
veloz, se ignoran los reglamentos de planificación, y la edificación
se realiza sin orden ni concierto, deteriorando el medio ambiente. Los
habitantes originales trabajan como empleados en los hoteles y
alojamientos y en los transportes.

• Etapa 4. La mayor parte de los propietarios de hoteles, bungalows y
restaurantes no pertenecen a la comunidad local. Empieza a circular
más dinero. Se realizan grandes obras sin tener en cuenta los
reglamentos. Grandes hoteles y organizaciones promueven el turismo
internacional, conservando los beneficios en su país de origen. Los
turistas aportan pequeñas sumas de dinero con la compra de recuerdos.
El abastecimiento de agua y el medio ambiente empiezan a correr
peligro y los promotores temen por el futuro. Los residentes locales
pueden comenzar a experimentar resentimiento contra los turistas.

• Etapa 5. El deterioro del medio ambiente genera temores sobre una
disminución del volumen del turismo y suscita llamamientos a tomar
medidas. Éstas demoran en surtir efecto, y el deterioro continúa. La
comunidad local ha recibido beneficios de todo este proceso, pero el
control está ahora en manos de promotores foráneos, que pueden decidir
abandonar la zona y trasladarse a otro lugar." (Pedersen, 2002)

Transformación de oficios tradicionales

En los lugares donde se han desarrollado históricamente oficios
tradicionales, relacionados generalmente con actividades
agropecuarias, que constituyen el ingreso primario en las áreas
rurales, y que luego se pasan a ser parte de la cadena operativa de
bienes y servicios relacionados con el turismo, por ejemplo:

 Pescadores y buzos en Quintay que se desempeñan como instructores de
buzo para los turistas.

 Arrieros y baqueanos en el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca y
Santuario de la Naturaleza Serranía los cipreses, que ofrecen
servicios de transporte de carga a montañistas y excursionistas.

 Pastores trashumantes y agricultores en Putre, Chiuchiu–Lasana,
dedicados a transporte vehicular de pasajeros o guías de expediciones,
o como personal en los distintos restaurantes que se instalan en el
pueblo.

En la mayoría de estos casos sucede que el desempeño de los oficios
tradicionales se remonta a largas tradiciones prehispánicas y/o
coloniales que se desarrollaban en la zona. No obstante, debido a los
cambios de las condiciones y dinámicas sociales de las últimas
décadas, estas comunidades han visto una paulatina baja en la demanda
de sus servicios y productos tradicionales o una pérdida del acceso a
zonas que utilizaban con fines de producción tradicional (como por
ejemplo, terrenos de pastoreo convertidos en barrios urbanos). A eso
se suma la migración de jóvenes a las grandes ciudades, debilitando
generación tras generación la posibilidad de traspasar y continuar
estas tradiciones y saberes que, por lo general, se transmiten por vía
familiar.

Una vez que se inicia el desarrollo de actividades turísticas en la
zona, se va generando demanda por servicios similares a los
desempeñados anteriormente (trabajos asalariados por parte de medianas
y grandes empresas turísticas), produciendo una modificación de las
tradiciones tal como venían desarrollándose hasta ese momento, y
pudiendo perder en esta alteración del oficio tradicional saberes y
conocimientos específicos, que pueden ser relevantes tanto para la
comunidad local en términos de identidad grupal. Para ello, es
importante el registro y estudio de estos oficios, que la comunidad
local esté informada y consciente sobre la ocurrencia de estos
procesos, de manera que puedan estar preparados socialmente para estos
cambios.

Desplazamiento de la población local a raíz del la instalación de
servicios turísticos provenientes de afuera de la comunidad

Ocurre de manera más visible en las áreas rurales, siendo el caso de
San Pedro de Atacama uno de los más notorios en el ámbito nacional
(Romero Guevara, 2003). La alta demanda turística y la instalación de
empresas de turismo administradas por personas ajenas a la comunidad
local (generalmente con más capacidades administrativas y capital de
inversión que personas al interior de la comunidad local), que no
toman en cuenta la identidad indígena y organizaciones sociales ya
existentes en el proceso de comercialización de la oferta
etnoturística. Esto termina por provocar que una porción significativa
de la población indígena no tenga poder de decisión o control sobre
este proceso de comercialización de su patrimonio cultural, además de
no beneficiarse directamente con la actividad turística (como muchos
trabajan como asalariado en labores secundarias); y finalmente el
desplazamiento de la localidad producto del aumento de los costos de
vida en el lugar.

Ejemplo de este proceso es lo que ocurre incipientemente en el
atractivo de Putre, donde existe un aumento progresivo de alojamientos
y restaurantes que ofrecen un perfil étnico en sus servicios y
productos turísticos, pero cuyos dueños son en su gran mayoría,
personas sin un arraigo de larga data en el pueblo y, por lo tanto,
ajenas a la comunidad indígena. Esto puede terminar por repetir lo
ocurrido en San Pedro de Atacama.

Para evitar esto, diversos organismos estatales (CORFO, SERNATUR) y
privados (asociaciones de operadores turísticos, centros académicos,
ONG), desarrollan capacitaciones y seminarios para incentivar y
mejorar el emprendimiento por parte de la comunidad local, de manera
que ésta pueda enfrentar estos cambios de mejor manera, sin que tengan
que desplazarse de su lugar de origen, y puedan seguir cultivando sus
rituales sociales, tradiciones, oficios y otras manifestaciones
relacionadas con su cultura.

Si bien Putre es un ejemplo incipiente de este proceso, debido al
aumento en la demanda de etnoturismo, otros atractivos culturales
ubicados en entornos rurales están igual de expuestos y vulnerables a
este proceso, como por ejemplo: Chiu-Chiu, Lasana, Talabre, Alto del
Carmen, Caleta Tortel, Chanco, Nirivilo.

Transformación de tradiciones y ritos como eventos turísticos.

Otro proceso de transformación del patrimonio cultural, corresponde a
la reiteración o modificación de ritos sociales o religiosos que se
desarrollan en los diferentes atractivos, como por ejemplo: las
ceremonia rogativa Huaqui (en el área norte, ligado a la cultura
Atacameña) o Guillatún (ligado a la cultura Mapuche). Su origen y
desarrollo tradicional se va modificando para que coincida con los
productos turísticos, así se adelantan o alargan las fechas de
realización de los rituales sagrados, con tal de que coincidan con la
temporada alta para los operadores turísticos, asegurándose de recibir
los beneficios económicos derivados de la comercialización de dichos
servicios y productos turísticos. De tal manera, existe una
transformación desde un ritual sagrado o social hacia un producto
turístico sin autenticidad o escenificado.

Si bien considerando que es un cambio o transformación gestado desde
la propia comunidad, quien en un ejercicio de autonomía cultural es
libre de modificar o adaptarse a las dinámicas que la sociedad
propicia, lo importante es el reconocimiento de este hecho y cuidar
que el ritual original no sea reemplazado completamente por
motivaciones comerciales. Para ello las iniciativas de registro,
investigación y valoración social del patrimonio cultural inmaterial
cobra especial relevancia.

Observaciones finales

Es importante señalar que actualmente la legislación vigente, no
contempla organismos cuya función primaria sea proteger o conservar el
patrimonio cultural inmaterial, por lo que se limita actualmente a la
recomendación, a través de políticas públicas relacionadas en la
materia, como por ejemplo la Política Cultural 2005-2010 (CNCA), la
ratificación de la convención para la salvaguardia del Patrimonio
Cultural Inmaterial, la ley indígena y el convenio 169 de la OIT. Así
mismo, existen consideraciones en el marco de la Ley General de Bases
del Medio Ambiente (Nº 19.300), que consideran relevantes a las
"costumbres y modos de vida" en el marco del Proceso de Evaluación de
Impacto Ambiental. Por lo tanto, la conservación del patrimonio
cultural inmaterial depende también la auto-regulación y de las
consideraciones que los diferentes actores sociales tomen al respecto,
como parte de su modo de preservarse y adaptarse en la sociedad.

Tomando en cuenta lo señalado en los puntos anteriores, se recomienda
trabajar en al menos dos vías para apoyar la conservación del
Patrimonio Cultural Inmaterial de las distintas comunidades que están
relacionadas con los atractivos culturales contemplados. Una de
carácter preventivo y la segunda es la generación o fomento de
instancias de diálogo entre los operadores turísticos y la comunidad
local.

La primera, orientada a consolidar y fortalecer las diferentes
manifestaciones de patrimonio inmaterial antes de que sea utilizado
como parte de la oferta turística sin planificación, dice relación con
el fortalecimiento y consolidación de la valoración social de las
diferentes manifestaciones de Patrimonio Cultural Inmaterial, ya sea :

a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo
del patrimonio cultural inmaterial.

b) artes del espectáculo.

c) usos sociales, rituales y actos festivos.

d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo.

e) técnicas artesanales tradicionales.

Para ello, se destaca el desarrollo de planes orientados hacia estos
fines, ya sean de investigación, difusión, recreación, conservación o
valoración de algún tipo de patrimonio inmaterial. Este tipo de
proyecto contribuye a cimentar y fortalecer el vínculo entre la
comunidad local y su cultura.

Tomando en consideración las conclusiones realizadas en el marco del
"Coloquio internacional patrimonio inmaterial y pueblos indígenas de
América", respecto a "la determinación, el registro y la salvaguardia
de los elementos que forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial
tiene que surgir de la decisión e iniciativa de las comunidades, los
grupos, los pueblos indígenas y en algunos casos los individuos que
detentan las tradiciones y costumbres". Actualmente, en el ámbito
nacional, este tipo de iniciativas encuentra financiamiento a través
de fondos concursables públicos, como por ejemplo, las líneas del
Fondo Nacional de la Cultural y las Artes (FONDART), a través de
"Conservación y Promoción del Patrimonio Inmaterial"; e,
indirectamente, de sus otras líneas "Desarrollo de las culturas
indígenas", "Conservación y difusión del patrimonio cultural",
"Fomento de las Artes", "La artesanía y el Folclore". Además, es común
encontrar proyectos relacionados con el patrimonio Cultural Inmaterial
en otras líneas de financiamiento.

La segunda vía, es la generación o fomento de instancia de diálogo
entre los operadores turísticos y la comunidad local (ya sea a través
de recomendaciones de buenas prácticas, requisito en proyectos con
financiamiento estatal u otro tipo de instancia), al momento de
incluir manifestaciones de Patrimonio Cultural Inmaterial como parte
de su oferta turística.

Esto implica el reconocimiento por parte de las autoridades, de los
operadores turísticos y de la comunidad respecto a los cambios en las
dinámicas sociales que conlleva el uso del patrimonio cultural como
parte de la oferta turística. De esta manera, se apela a que se
respete y se tome en consideración el interés de la comunidad local
sobre los cambios sociales que afectan a sus recursos. Un ejemplo de
ello, son las mesas de diálogo, consultas ciudadanas u otros
mecanismos de participación civil que se estimen efectivos. En dichas
instancias debe primar el respeto en el diálogo entre los diferentes
actores y buscar soluciones consensuadas en torno a la resolución de
conflictos originados a raíz de los diferentes usos y valoraciones por
parte de los actores sociales en relación al turismo cultural.

--
HUKLIZMO
溜溜大豆

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